Pensando en el último post del blog, me apetece reflexionar un poco más sobre la literatura, su importancia en el mundo y sobre lo que salga sobre la marcha. Si viniese con un guion te diría qué va a pasar, pero no es lo nuestro.

Dije que los poetas somos unos flipados por creernos que la poesía es más de lo que es. Y me dio pie a pensar más sobre algo sobre lo que ya he pensado mucho (en este post voy a citarme a mí mismo varias veces, soy ese tío) y me parece guay volver a darle las vueltas que hagan falta para seguir alimentando el bucle del barro en el que cada vez que me mancho estoy más cerca de ahogarme en el fracaso y morir asfixiado por mí mismo.
Dicho esto, los poetas son unos flipados, pero, es que, ¿cómo no van a serlo? Para ser un escritor de éxito solo hace falta tener en cuenta una cosa: a nadie le importa lo que tengas que decir. Nadie quiere leer tu puto libro de mierda, nadie se va a morir por no leer lo que tengas que decir y si te callaras la boca y decidieses pasarte el resto de tu vida en absoluto silencio ni siquiera tus últimas palabras serían mínimamente relevantes en ningún caso. Teniendo esto claro, el éxito está asegurado. Porque el fracaso no puede ocurrirte porque el fracaso eres tú. A partir de ahí todo vendrá solo.

Y una cosa hay que tener clara: que a nadie le importe lo que tengas que contar no significa que no tengas que contarlo. Al contrario, es solo una razón para contar todo lo que tengas que contar, para hacer todo lo que quieras hacer y ser feliz con ello.
Con la felicidad pasa lo mismo. Solo se puede ser feliz aceptando la idea de que a lo mejor nunca más vas a volver a ser feliz. No se pueden rechazar las contradicciones, precisamente, porque estamos hechos de ellas. La vida es una contradicción en sí misma, pues el estado natural de las cosas es la muerte.

Siempre se dice mucho que tiene que ser uno mismo el que confíe en lo que hace y apueste por ello. Es una estrategia válida, no digo que no, pero yo también tengo la mía. Cuando tienes baja autoestima te las tienes que apañar de otras formas. A veces no confiar en lo que haces también funciona. No confiar en lo que haces no significa que no te guste o que pienses que sea malo, al contrario, a mí últimamente me encanta lo que escribo, pero sé que no es algo imprescindible. Si no lo digo yo, ya lo dirá otro algún día. A lo mejor ese otro soy yo.

La verdad que no es una buena forma de venderme la de decir que lo que escribo es innecesario o que realmente no pasa nada si no lo lees. Pero es que decirte otra cosa sería mentirte. Aquí la única mentira que aceptamos como válida es el autoengaño. Ya bastante tenemos con mentirnos a nosotros mismos como para mentir a los demás.
¿No sería de flipado entonces decirte ahora mismo que te compres mi puto libro de mierda? Lo sería, pero si quiero seguir con la teoría que yo mismo creo, tengo que hacerlo. Lo siento, esto es así. Además, he descubierto que WordPress tiene una opción muy guapa para dejar aquí no solo un enlace de compra, si no además unas cuantas páginas para leer de prueba (no sé cuantas, pero seguro que las suficientes para convencerte).
Puesto el enlace de mi libro, podemos continuar donde lo dejamos. Y la verdad es que ya no tengo mucho más que decir. Estoy tomándome el blog de forma menos formal que antes (cuando pretendía tener secciones fijas y marcarme fechas) y la verdad es que me funciona mucho mejor, creo que escribo sobre lo que quiero escribir y cuando quiero escribirlo. Y eso se traduce en mejores cositas.
Mil gracias a todos por leerme.
Que chulo lo que escribes, está guay que escribas sin fechas ni nada en concreto, salen cosas tan guays como esta y da gusto leerlas.
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